«Promoviendo el Buen Gobierno Empresarial» fue el lema elegido por el Instituto de Consejeros-Administradores (IC-A) para la cena-coloquio sobre el «Buen Gobierno de las Sociedades y Entidades«, celebrada la tarde-noche del martes, 20 de octubre, en el marco de su Convención Anual 2009.

La entidad, cuya constitución fue impulsada por las firmas KPMG y Gómez-Acebo & Pombo, viene erigiéndose desde 2003 en referente nacional en materia de Buen Gobierno Corporativo y de profesionalización de la figura del consejero. Prueba de ello ha sido la puesta en marcha de un programa de formación específico para la certificación de los miembros, actuales y futuros, de los consejos de administración en la disciplina del Buen Gobierno y cuyos primeros participantes recibieron su graduación el pasado 1 de julio.

El evento, que coincidió con el sexto aniversario del Instituto, logró reunir a casi dos centenares de consejeros, administradores y otros individuos interesados en la promoción del Buen Gobierno Corporativo; y contó, como invitado especial, con la presencia de D. Juan Ramón Quintás Seoane, Presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorro (CECA).

La agradable velada, celebrada en el Salón Real del Casino de Madrid, transcurrió entre las dos intervenciones del Sr. Quintás Seoane: una inicial, a modo de bienvenida, en la que desarrolló, en cierto detalle, el tema «Nuevas Perspectivas en la Regulación Bancaria«; y otra posterior, a los postres, durante la cual dio respuesta a una serie de preguntas planteadas por los asistentes.

En la conferencia se echó en falta, quizás, un mayor foco en las Cajas de Ahorro  -la ocasión no podía ser más propicia-,  dada la coyuntura actual y la situaciones vividas en los últimos meses. En este sentido, se recordó la pérdida de atribuciones de la propia CECA en relación a su antiguo papel como órgano supervisor y de control sobre las Cajas, en favor del Banco de España (… lo cual, sea dicho de paso, parece bastante saludable si se tiene en consideración el principio de independencia).

Por lo demás, el Sr. Quintás prefirió centrar su discurso en las entidades bancarias, en relación a las cuales se mencionaron ciertas «verdades» perfectamente aprovechables y, en su mayoría, de aplicación general a otras organizaciones:

  • En primer lugar, se habló ampliamente del riesgo, como componente intríseco a la naturaleza de las entidades de crédito.
  • Posteriormente, se recordó la asimetría de los actuales modelos de retribución de los miembros de los consejos de administración y de los ejecutivos («no cabe pensar que si hay ganancias, se gane; y que si hay pérdidas, también se gane, en perjuicio de otros grupos con intereses en las compañías«); identificándose, en buena medida, esta caracterísca de lo que podría denominarse Mal Gobierno Corporativo, con una de las causas de la crisis vigente, en tanto que favorecedora de una visión cortoplacista materializada en la búsqueda de la rentabilidad/retribución personal a corto plazo, al tiempo que se obvia la continuidad y la sostenibilidad a medio/largo plazo de la organización.
  • El desequilibrio en la composición de muchos consejos de administración también fue objeto de comentario en el transcurso de la conferencia. La proporción de consejeros ejecutivos frente a independientes o, más aún, la presencia misma de los primeros en el seno de los consejos, surge como un nuevo elemento de reflexión e indudable mejora en relación a la transparencia, independencia y, consecuentemente, al incremento del nivel de Buen Gobierno de las sociedades. En este punto, Quintás hizo mención de su conocida opinión sobre la presencia de representantes políticos en los consejos de las Cajas.
  • Finalmente, otro de los aspectos tratados fue la preparación técnica de los consejeros. El ponente dio muestras de un fino humor gallego al recordar cómo un creciente número de consejos de administración en las grandes corporaciones estadounidenses llevan años poblándose de individuos cuyo bagaje se antoja muy alejado de las disciplinas tradicionalmente aceptadas, adecuadas y adoptadas entre los miembros que componen dichos órganos en España: la Economía y el Derecho.

En relación a este último punto, y sin ánimo de tratar de imitar el humor del Sr. Quintás Seoane, podrían plantearse las siguientes preguntas:

  • Acaso, al referirse a la necesidad de incrementar el grado de profesionalización de los consejeros, por vía de una mayor competencia y preparación técnica, y a pesar de no mencionarlo explícitamente, ¿cabría pensar que D. Juan Ramón estaba considerando, también, aspectos ligados a la dirección y el control de las Tecnologías de la Información, como competencias necesarias para cualquier consejero  -no sólo en empresas tecnológicas-,  como valor adicional a las tradicionales de naturaleza fiscal y/o jurídica?
  • ¿Acaso el conferenciante tenía en mente las «nuevas» atribuciones que las tendencias internacionales (norma ISO/IEC 38.500:2008. Corporate Governance of IT, King Code of Governance Principles, …) asignan a los miembros de los consejos de administración?

En suma, aunque de forma más ingenua que irónica, ¿podría pensarse que el propio IC-A escogió su lema, «Promoviendo el Buen Gobierno Empresarial«, teniendo presente su extensión a aspectos relacionados con la información y sus tecnologías afines? Realmente no lo parece, a la vista de lo que mostró la sesión.

Probablemente el propio IC-A perdió una oportunidad de oro de hacer referencia, aunque fuese mínimamente, al nuevo Código de Buen Gobierno que su entidad hermana, y admirado espejo, el Instituto de Consejeros (The Institute of Directors, IoD), sección sudafricana, acaba de publicar el pasado 1 de septiembre: el código e informe King III.

Sería un acierto subsanar este desliz el año que viene y, más aún, hacer la corrección palpable mediante la incorporación de la nueva disciplina del Gobierno Corporativo de TI, tanto en sus futuros planes formativos, como en las agendas 2010 de todos y cada uno de sus asociados.

Ello favorecería, sin duda, el acercamiento Negocio-TI y, de ese modo, la comprensión mutua y la sincronización entre ambos colectivos; requisito clave para un definitivo cambio de perspectiva de las organizaciones, sobre sus TI.